jueves, 11 de junio de 2009

Las huestes de Carmen

Hoy ha sido otro día de suplicio. Solamente la presencia de mis sobrinos Luis Mario y Lalo ha venido reconfortarme un poco. Pues mi hermana ha estado preparando sus próximo ejército para su guerra de odio y venganza.

Desde que me opuse que mi madre comprometiera su patrimonio -para darla en prenda- en la solicitud de un préstamos para mi hermana Carmen, las cosas van de mal en peor. Después de una conferencia entre las tres hermanas, mi madre finalmente firmó dándole a Carmen su apoyo.
El haberme opuesto representó una audacia por la cual debo ser castigada. Parte de la venganza de mi hermana es el preparar a su sobrina Roxana y a su hija Mayoi en algo que ya había visto venir antes: la hostilidad y el rencor.

Esta mañana las dos niñas -una adolescente 17; la otra joven de 21 años- estuvieron muy calladas, con la puerta abierta de la habitación, muy atentas a lo que yo hablaba con mi madre, pues se les ha ordenado reportar cualquier cosa que escuchen. Después salieron y cuando regresaron -acompañadas de mi hermana- se veían felices y burlonas. Con una actitud de complicidad se sentaron a la mesa a comer.

Mi madre se sentó dos veces a la mesa: pimero conmigo y los niños, luego con Carmen y las niñas. Y así están la cosas. La separación de la familia es algo tangible, y la hostilidad y el desamor, una cosa diaria.

Es junio y los niños están de vacaciones. Roxana y Mayoi han ocupado la habitación que solía ser de la tía. Allí han instalado su cuartel desde donde estarán -de hoy en adelante- reportando sobre cualquier cosa que escuchen en esta casa.

Luis Mario y Lalo -contra su voluntad- les ha tocado dormir en casa de Carmen y todos los días regresan, a media mañana, como si vinieran de un campo de guerra: hambrientos de todo, de compañía, de atención, de respeto, de espacio.

Y así, casi cerrando el día, me esfuerzo en el intento de espantar cualquier pensamiento negativo. El gusto que tuve en un principio de tener a las sobrinas en casa se ha desvanecido. De hoy en adelante tendré que aprender a vivir con el enemigo. Espero estar exagerando, espero estar equivocada, espero escapar de este maleficio y que el tiovivo se desvanezca, que falle en su intento por alcanzarme.

1 comentario:

Coro dijo...

Bueno, espero que cambien y se den cuenta de qué hacen...