
Entre las lámparas, los cojines y las copas del trinchador hay, en la pared, un gran cuadro del Sagrado Corazón de Jesús.
Esta imagen ha acompañado la esquina de la casa por más de 20 años.
El tío Manuel ha solicitado este cuadro, y no me sorprende -siendo él un sacerdote- sea ésta la pieza de esta casa que considere de más valía.
No, la verdad. regliosa como re-li-gio-sa no soy.
Pero de alguna forma me parece que sentiré esa esquina vacía cuando el cuadro se vaya.
Creo que lo que más extrañaré son los colores púrpura oscuro y los trazos ondulados que hace que de alguna manera la esquina de la casa en su parte frontal respire por las rendijas de las ventanas, palpite en su interior como lo hiciese en un tiempo, hace 2008 años, el corazón de aquel que llamaron el maestro Jesús.
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