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miércoles, 12 de noviembre de 2008

Las granadas y las guayabas

Las granadas y las guayabas eran parte de los frutos con que el patio de la casa se cubría cada verano. Mientras los árboles desprendían sus frutos, la abuelita Ana rezaba sobando con sus dedos las cuentas de su rosario y combinaba sus días con los guisos que aún ahora invaden de repente la cocina.
Poco sé de las granadas. Puedo observar, sin embargo, que su color es vibrante, y que la película con que sus semillas se cubren contiene un jugo muy dulce.
De la textura se desprende una sensación voluptuosa que proviene, quizás, del saber que el fruto está confeccionado para dar placer unicamente, pues carece de la pulpa que tienen otras frutas para saciar el hambre.
De las guayabas podría decir que éstas son el símbolo de la cocina de la abuelita. No hay fruta en el mundo que me remonte más a los sabores y los olores de mi niñez. La historia de esta familia está vinculada con las guayabas de una manera sutil, pero perpetua.
Se cree que es malo comerse las semillas, pero yo me las como todas, hasta hartarme y sentir que me he comido un recuerdo vago y dulce, un patio cubierto de lianas y enredaderas, un tejabán protector y risueño... cada vez que las como, inevitablemente, rejuvenezco un poco.

Un abrazo desde la mesa de manteles de encaje.




jueves, 23 de octubre de 2008

Las cosas de la casa


Entre las lámparas, los cojines y las copas del trinchador hay, en la pared, un gran cuadro del Sagrado Corazón de Jesús.
Esta imagen ha acompañado la esquina de la casa por más de 20 años.
El tío Manuel ha solicitado este cuadro, y no me sorprende -siendo él un sacerdote- sea ésta la pieza de esta casa que considere de más valía.
No, la verdad. regliosa como re-li-gio-sa no soy.
Pero de alguna forma me parece que sentiré esa esquina vacía cuando el cuadro se vaya.
Creo que lo que más extrañaré son los colores púrpura oscuro y los trazos ondulados que hace que de alguna manera la esquina de la casa en su parte frontal respire por las rendijas de las ventanas, palpite en su interior como lo hiciese en un tiempo, hace 2008 años, el corazón de aquel que llamaron el maestro Jesús.

viernes, 17 de octubre de 2008

La rubia que todos quieren









La quieren por ser rubia, o la quieren porque todos la quieren y... por qué la quieren?

Lo mismo me pasa con esta casa. Ahora que todos la quieren, se me presenta difícil seguir rezongando al encontrarle detalles que me incomodan: que la oscuridad, que los ácaros, que lo antiguo...

Ahora que los tíos la quieren, que la hermana la quiere, y quizás los primos también, pues yo solamente reposo mis dos nalgas en la mecedora contemplando las matas de la abuelita con una cerveza helada en la mano y la sensación de que a la rubia la quieren mientras todos la quieran.