sábado, 1 de noviembre de 2008

Dick y Ofe


Los trinos de los pájaros entran por la ventana con la algarabía de unos polluelos hambrientos. En la copas de los árboles los mangos todavía sirven los alimentos de las aves.
El olor de la mañana se desprende de las hojas verdes, y más allá, tras los muros, las baladas que cantan Ofe y Dick llegan a los oídos.
Agripina se sorprende de que los vecinos canten, de que Ofe y Dick sigan juntos y, además, felices cuando han llegado a los ochenta años, una edad en la que el cuerpo se derrumba y cae, en que se piensa con frecuencia en la muerte, y a menudo se visita el templo y se reza.
En cambio, Dick y Ofe cantan.
Agripina dice que Dick cortejó a Ofe sin el consentimiento de los padres, y que los dos se casaron desobedeciendo los prejuicios de sociedad. La familia de Dick era adinerada; y la de Ofe, modesta, dice.
Dick era bueno en la mecánica, trabajaba junto a su padre en una agencia de carros y con sus manos construyó un auto deportivo, con un diseño muy personal, para impresionar a Ofe .
De eso han transcurrido más de 50 años, el tiempo en que tuvieron hijos y luego nietos.
Desde la habitación de esta casa se escuchan las voces de Ofe y Dick. Los dos cantan bajo la frondas de los mangos, agarrados a la vida mediante los macizos mecates del amor.

2 comentarios:

Coro dijo...

Qué linda historia... dan ganas de llegar a esa edad cantando, como Dic y Olga...

Besos

Martha Avelina Rojas dijo...

Sí, creo que la música es un lenguaje divino; que es posible rezar, pero el cantar es todavía mejor!
Sirven para lo mismo: elevar el espíritu***