Cuento otro día en el páramo, un desierto donde los movimientos del sol y el juego de sombras alegran un poco las rutinas. Me mantengo en el mismo lugar escuchando el segundero de una maquinaria incansable, dándole -según me doy cuenta-validez al tiempo.
Hay algo que me asalta cuando pienso con detenimiento: es la idea de que la inmovilidad pone a las personas en un estado de gracia en el que se deja, de una manera casi inconsciente, que el tiempo tome el control de todas las cosas, como si fuesen los minutos y sus días los que rigieran nuestras vidas; como si no fuéramos las personas y nuestras acciones, a través del tiempo, los responsables directos de nuestros destinos.
Esa es la diferencia entre los que hacen y se dejan hacer; entre quienes son libres y quienes viven atribulados en las marañas de los deberes.
In Memoriam :: Maestros Yuri de Gortari and Edmundo Escamilla, Ever in Our
Hearts
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Originally published in 2011, it's time to remind ourselves of the lifelong
work done by these two men: Yuri de Gortari and Edumundo Escamilla. Their
contr...
Hace 1 año
1 comentario:
Martha:
El tiempo, el implacable.
Buenas reflexiones, buen texto... desde el páramo.
Hay que aprovechar el tiempo mientras lo tengamos.
Besos.
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