sábado, 24 de enero de 2009

Javier Calderón Vidrio






Por mucho tiempo creí que al llegar a los 80 años la gente empieza a resbalarse por los bordes de la tumba. Esa creencia se derrumbó ayer cuando el tío llegó a sus 82 años moviéndose con la energía y el entusiasmo de un aprendiz de marinero en su primer viaje naval.
Mi hipótesis afirma que las personas, como el tío, que son amadas y satisfechas en sus proyectos pueden vivir mejor (felices) y por más tiempo.

No hay comentarios: