miércoles, 10 de junio de 2009

Anclada

Ha sido un día pesado e intenso. La estancia en esta casa me ha parecido insoportable. Ha sido como una jaula en la que una se mueve en círculos, y las cosas se ponen todavía más difíciles cuando mi hermana interviene poniendo a mi madre en mi contra. Su boca es la de una víbora que esparce el veneno a través de las palabras y habla mal, mal, mal. Porque finalmente no hay cosa que convenga más a sus intereses que el que me vaya. Entonces ella se posesionaría de esta casa totalmente. Esta casa que ha deseado tener desde que murió la tía -o quizás antes-.


Yo desde cuando me hubiera ido porque no ha habido cosa más grosera en mi vida que ella, y ninguna de las experiencias que he tenido en mis 49 años ha sido tan hostil y mutilante como vivir en familia. Claro que desde hace mucho tiempo le hubiera dado gusto, de no ser porque mi madre envejece y cada día la veo más cansada e infeliz.


Si me voy, mi hermana Carmen influirá tanto en la voluntad de mi madre -ya débil y agotada- que la obligará vender lo único que tiene. Después se gastará el dinero y hará que mi madre viva sujeta a lo que le pueda dar. Mi madre lo sabe. Es por ello -quizás- que se opone tanto a que me vaya. Creo que hasta ahora lo voy entendiendo de esa manera.


Yo lo único que quisiera es que las cosas entre familia no fueran así. Me siento enfermar y morir lentamente conforme pasan los días.
Se puede morir de cáncer. También el desamor mata.
Cuando le comento a Agripina sobre mis sentimientos ella dice con un aire de derrota: "así te tocó vivir".

1 comentario:

Coro dijo...

Querida Martha:

Tus historias, tu vida... la familia.
Ánimo y a seguir adelante.