viernes, 5 de junio de 2009

Crean el día internacional del fracaso

La humanidad estipula un día para las madres; otro para el planeta, y así... en mi bitácora personal estipularé uno -hoy- para los fracasos. Es un acto justo cuando al final del recuento me asombra el peso y la magnitud de las erratas.
Después de haber estudiado y haberme graduado con honores como estudiosa de la comunicación me ha sido imposible ejercer mi oficio que por lo menos hasta hace poco consideré una vocación.
Veo la magnitud del fracaso y aquí el ingrediente máximo que lo produjo fue la arrogancia porque después de haber formado parte de la planilla de reporteros de Excélsior los demás periódicos me parecieron menos. Además, los magros salarios en los bolsillos de los reporteros y la mediocridad de los medios en general me ahuyentaron de la carrera.
En las letras -una pasión de años- también he gravitado sin éxito. Después de haber creído que podría escribir historias, mis historias... qué cretina... creo que la culpa la tuvo ese concurso que gané en Cancún, ese cuyos jueces me dieron un diploma y unos cuantos pesos, después de haber enviado un cuento con sabores de trópico y trasatlánticos. Creo -ahora lo veo- que ese triunfo realmente fue de García Márquez...bueno... el punto es que después de ese diploma y los aplausos, pues me la creí y allí estoy: visualizándome como escritora, escribiendo historias, nadando en las letras... qué cretina (de nuevo).
Tengo un poco más de dos años sin escribir. Coincide con el tiempo que he estado viviendo en familia... no he podido concentrarme y los días pasan, mis ojos se cansan y yo envejezco sin llegar a nada.
Ha habido noches en que me voy a la cama con un libro en la mano, uno que ya he leído antes y me dispongo a leer otra vez, sólo para ver qué tanto puedo avanzar en las páginas sin cerrar unos ojos derrotados por el cansancio.
Después de varios años de desempleo y pobreza lo único que me animaba era la esperanza de un templo de creatividad, pero ese anhelo empezó a quedar hecho trizas. Creo que cada día, desde que llegué, ha sido acuchillado salvajemente por las crónicas de familia, por una hermana loca que ha antepuesto el dinero y los intereses a cualquier valor; por una madre a quien creí que podría ayudar sin comprometer mi libertad.
Hoy -precisamente hoy- caigo en la hechura de estos fracasos.
Hoy sólo quiero ser libre -aunque fracasada- y feliz.

1 comentario:

Coro dijo...

Martha:

Escribes desde lo más íntimo. Me gusta leerte, me identifico...