viernes, 17 de julio de 2009

La Kino

El Padre Kino fue un misionero jesuita que estuvo explorando y predicando en el noroeste de Mexico y suroeste de Estados Unidos. La calle donde vivo en estos momentos tiene su nombre.
Las casitas del Infonavit se caracterizan por ser pequeñas y tener techos bajos. Su diseño -aunado al hecho que están construídas con bloc- las hace tener la temperatura de un horno al mediodía... Sin embargo al caer la tarde los vecinos sacan sus sillas y se sientan en las banquetas. Regar el jardín o podar las plantas -de un área minúscula- constituye un recreo antes de irse a dormir.
A sólo dos casas de distancia dos compadritos salen a practicar los últimos éxitos de canciones texmex alegrando así la calle con su guitarras y acordiones. No pasa mucho tiempo sin que pase el carro viejo que anuncia la venta de pan, seguido de una vagoneta con una campanilla alegre que ofrece helados. Hasta que la noche cae.
Dentro de casa me he entretenido leyendo a Joyce Carol Oates, quien me parece una escritora de gran fuerza. Me he impuesto el reto de leer su trabajo en inglés y hoy estaré imprimiendo cualquier cosa que encuentre de en su propio idioma.
En las mañanas voy a desayunar a casa de Agripina y más de dos veces he descubierto reproche en su tono de voz cuando me pregunta si he descansado bien. Yo le he contestado que en esa casa se duerme como reina. Punto. De allí podemos hablar de cualquier otra cosa, del desayuno, los niños, la basura, las reparaciones doméstica -siempre algo pendiente-.
Así pasan los días, unos dias de reclusión en una lista de espera, después de haber sido despedida de un trabajo que consideré estable... vaya... parece que ahora nada lo es... Cleopatra y su reino alado se ha quedado atrás... aunque a veces, y sin quererlo, pienso en ella... entonces el pensamiento se me llena con una bruma oscura, asfixiante... Tengo mis razones de peso para que me abrume pensando en ella... pero no quisiera ahondar en Cleopatra pues eso haría que me abrumara de nuevo... prefiero hablar de otras cosas: de que me gustaría leer más de Oates, de escribirle a un amigo o amiga que no he visto en años, en que pronto podré llevar a Agripina a que le quiten las cataratas del ojo derecho, de que ayer planté dos racimos de flores en el minúsculo jardín en la casa de Padre Kino, y así...
Pronto será la tarde y veré la vagoneta de los helados, el carro viejo del pan y a los dos compadritos entrados en un ritmo texmex dándole con gusto al acordión y a las cuerdas de una guitarra del bravío sinaloense.

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