sábado, 18 de julio de 2009

Chendy

La casa de Agripina se ha convertido en mi centro de trabajo. De hecho lo ha sido desde que llegué a esta ciudad.
Esta mañana de sábado he venido temprano a ver cómo amanecieron ella y mi sobrino Luis Mario.
Desayuno consistió en un racimo de uvas, dos mangos del árbol de la abuelita y una tortilla de trigo con café.
Sentarse a escribir en una sala con aire acondicionado después de un buen desayuno es lo mejor que le puede pasar a alguien como yo: una tipa que no quiere más en la vida más que aquellos momentos generosos que nos hacen sentir bien.
Chendy, una cincuentona rechoncha y chapeteada, ha venido a tomarle la presión a Agripina.
Tiene ya sus años que Chendy estudió para ser auxiliar de enfermera, pero no consiguió empleo. Sin embargo el ingenio del necesitado le dio la idea de tender una ruta de visitas médicas en la ciudad y ahora camina cuadras desplazándose de un lugar a otro con el estetoscopio en mano.
Bravo por ella!

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