domingo, 17 de enero de 2010

Otro ciclo se ha cerrado

Si tuviera que pintar mi vida plasmaría una caligrafía de círculos y llenaría toda una plana. Este año que comienza se cerró uno que duró tres años.
Creo que de haber seguido en esa vida solitaria y bohemia que llevaba estaría pasando mis días escribiendo relatos, expresándome verbalmente de todo y de todos con mucho sarcasmo y tomándome una botella de vino todos los días. Pero tengo a mi madre y la realidad me hace aterrizar. Porque el sentir el dolor de su decadencia física me ha cansado, sí, pero también me humaniza.
Durante tres años he estado en medio de tremendas campañas de guerra entre hermanos, tíos y sobrinos. He presenciado como los cariños y los compromisos filiales están supeditados a los intereses, a las deudas, a ese estado de bienestar que buscamos todos los días aún ante el desapruebo de los parientes.
Mis hermanas y yo hemos expuesto voluntariamente nuestras ropas íntimas en medio de un llano, cosa que para los demás -primos- eso debe ser como un suicidio social. Me atrevo a pensar ésto porque en las demás familias no pasa nada. Todo va bien en cada saludo. Las conversaciones son triviales y los males o sus problemas se quedan asegurados en una caja a doble llave.
Creo que esa cerrazón obedece al miedo al escrutinio, al enjuiciamiento y por último a la segregación. Pues en nuestra familia nos hemos esmerado por establecer juicios y mandar a la lumbre a quien no se porta bien.
Así pues, juicio tras juicio llenaron un aro de tres años manteniéndome en vilo y con ganas de huir todos los días. Intuyo que ese ciclo se ha cerrado y que ahora seré capaz de virar el barco hacia bahías de aguas ya conocidas, menos incendiarias.

1 comentario:

Coro dijo...

¿Volverás a Playa? O es ¿metáfora?
Un abrazote.