miércoles, 13 de abril de 2011

Chendy y Ray

Chendy vino hoy a tomarle la presión a Agripina. La parada en esta casa para ella forma parte de un repertorio de visitas que ella hace cada quince días, y a mí me ha tocado abrirle la puerta a esta mujer una y otra vez desde que he estado viviendo con mi madre.
La risa de Chendy trae frescura. Pero es una visita breve. Después de amarrar el brazo derecho de Agripina con ligas, acciona una bombilla y dice: "setenta noventa. Está normal", y vuelve a reir sin ante cualquier comentario sea éste gracioso o no. 
Los días de esta semana han venido con un viento polar tardío, pero el sol ya azota las calles de la ciudad anunciando un verano inclemente. Poco a poco la casa ha revivido. Mi sobrina Roxana, mi hermana Rosa Ana y mi madre se han convertido en la familia que vive en Juárez 608.
Hoy me he atrevido a pensar que hay una ventana abierta a un futuro de días felices, pese a las atroces groserías y desamores entre familia. Me he puesto a pensar con gran osadía en una en la tolerancia y en el perdón, pero el significado de estas palabras están lejanas todavía del inventario familiar.
La segunda visita amable ha sido mi primo Ray, con quien Agripina se ha puesto a recordar los árboles de granadas, higos y naranjitas en un patio que todavía existe vívido y claro en nuestra memoria deseosa ahora, a nuestra edad, de refugiarse en momentos amables.

No hay comentarios: