El cocinero en la esquina, la paloma en el medio, el sol junto al diablo...
Ana Quintero pertenecía a un popular club de juego, un grupo de comadres, amigas y parientes que se reunían una vez a la semana en el patio de la casa.
Las amantes de la suerte organizaban unas mesas, que más bien eran unas hojas planas apoyadas en unos burros de madera.
Las tardes bajo las frondas, los gritos súbitos, "¡cuatro esquinas con el mundo!", la ficha que no viene, por cuál vas, por la calaca, flaca, por la que nunca queremos que venga...
Y así sucedían las tardes: bajo las frondas de los árboles de un jardin que sólo existe ahora en los sueños de bruma y distancia...
Agripina, heredera de las palomas, ha sacado esas cartas esta mañana y se prepara para pinchar las lonjas de la suerte la próxima semana sentada en la hilera de una larga mesa, emocionándose. La mano se deliza a poner la ficha y de golpe grita: ¡lotería!
2 comentarios:
Me traes recuerdos con tu Loteria: "la luna tuerta de un ojo y su hermano de los dos", "al nopal lo van a ver sólo cuando tiene tunas", "el gallo que le cantó a San Pedro", etc, etc.
Un saludo
Así es: Los dichos espontáneos de las jugadoras... de inspirtación popular. Gracias.
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