Cuenta Guadalupe que sus hermanos salvaron a su padre de morir dos veces cuando supieron que el gobierno construiría una presa en San Marcos que arrasaría con todo, incluyendo el panteón.
Cuauhtémoc, Humberto y Ramiro se enteraron que la nueva presa Picachos cubriría de agua el pueblo entero. Preocupados por el porvenir de los restos de su padre emprendieron la acción de desenterrar los huesos de Antonio Berrelleza Díaz, un hombre que había dedicado su vida a la enseñanza y a su familia.
Cuauhtémoc y Humberto levantaron la lápida y se metieron a la zanja mortuoria, mientras Ramiro miraba de pie junto a la tumba.
Cuando vieron el conjunto de huesos, lo único que los hermanos pudieron reconocer sobre el cráneo fue el peinado clásico con una raya en medio que su padre siempre usó y que permanecía intacto.
Con un cuidado ceremonial los hermanos colocaron los huesos del padre en una caja pequeña y la llevaron al panteón de Navolato. Ahora los restos reposan a salvo junto a los otros muertos de la familia.
Cuauhtémoc, Humberto y Ramiro se enteraron que la nueva presa Picachos cubriría de agua el pueblo entero. Preocupados por el porvenir de los restos de su padre emprendieron la acción de desenterrar los huesos de Antonio Berrelleza Díaz, un hombre que había dedicado su vida a la enseñanza y a su familia.
Cuauhtémoc y Humberto levantaron la lápida y se metieron a la zanja mortuoria, mientras Ramiro miraba de pie junto a la tumba.
Cuando vieron el conjunto de huesos, lo único que los hermanos pudieron reconocer sobre el cráneo fue el peinado clásico con una raya en medio que su padre siempre usó y que permanecía intacto.
Con un cuidado ceremonial los hermanos colocaron los huesos del padre en una caja pequeña y la llevaron al panteón de Navolato. Ahora los restos reposan a salvo junto a los otros muertos de la familia.
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